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Foto del escritorIñaki M. Sasi

Bibliotecas vivas bajo tierra

Los antiguos egipcios llamaban a sus bibliotecas Casas de Vida. La vida se abre camino en los lugares más insospechados y hostiles. Bajo la tierra, multitud de organismos de mayor o menor complejidad luchan por la supervivencia. Los libros también sobreviven ocultos y aislados de la luz en espacios subterráneos, a veces por necesidad, otras, por originalidad o incluso por placer. La metáfora de que la cultura, como la vida, surge desde el manto terrestre se manifiesta en los siguientes ejemplos que muestran cómo algunas bibliotecas encubiertas salen a la luz y otras vuelven a las profundidades en busca del contacto más intimo con la piel de nuestro planeta.


 

1. Tras la Segunda Guerra Mundial fueron encontradas en las ruinas del gueto de Varsovia varias partes de un archivo clandestino fruto de la cooperación de escritores y profesores judíos que Emanuel Ringelblum animó para glosar la vida de la comunidad bajo la dominación nazi. El archivo clandestino formaba parte del proyecto Oyneg Shabbos. Solo una minoría de los habitantes del gueto sabían de la existencia de este proyecto preservador que utilizaba lecheras para ocultar los documentos. Algunas de ellas aparecieron entre el barro en los años posteriores a la liberación y aún se busca el resto del archivo cuyo valor documental sobre el holocausto es indiscutible.

 

2. En 2016, durante la desgarradora guerra que azotó el distrito de Darayya en Damasco, ocurrió el milagro. Mientras miles de personas morían en las calles, algunos estudiantes se esforzaban por recuperar libros de las casas en ruinas para ocultarlos en una biblioteca secreta bajo un edificio bombardeado. La biblioteca reunió casi 15.000 ejemplares y fue un símbolo de esperanza y luz entre la barbarie. Algunos estudiantes la utilizaron para aprender medicina y poder salvar vidas en los hospitales. Otros, para estar a salvo de las balas, distraer al hambre y conectarse a la vida leyendo poesía bajo los estruendos de las bombas.

 

3. A comienzos del siglo XX un monje taoísta descubrió una biblioteca que había permanecido sellada casi ¡mil años! en una cueva de la provincia de Dunhuang en China. La colección estaba compuesta por miles de manuscritos elaborados entre el siglo V y el XI y cuya temática abarcaba distintas disciplinas. Muchos textos son de carácter religioso, pero también los hay de carácter científico, así como canciones tradicionales y coreografías. Algunas teorías apuntan a que esta colección podría ser el resultado de un expurgo de una biblioteca mayor, ya desaparecida. A pesar de que muchos documentos pasaron de la oscuridad más absoluta a las manos de ávidos exploradores occidentales que los «compraron» por un precio irrisorio, la mayor parte de los manuscritos descansan hoy en la Biblioteca Nacional en Beijing y son objeto de estudio.

 

4. En enero de 2016 se inició una excavación arqueológica del todo atípica. Lo que se buscaba debía estar enterrado en el patio de una vivienda de Córdoba (Argentina) y fue escondido 40 años antes. Tras algunos intentos infructuosos, comenzaron a salir a la luz los primeros paquetes de libros y discos que una pareja de estudiantes decidió enterrar antes de exiliarse por temor ante la inminente llegada del régimen militar. Durante décadas la vida continuó sobre la hierba de ese patio: llovió, pasaron las personas y los días. Sin embargo, la colección subterránea cumplió la primera misión de una biblioteca: preservar el conocimiento. Desde sus tumbas, las palabras y las músicas silenciadas surgieron de nuevo para demostrar que la memoria siempre nos está esperando y sobrevive bajo nuestros pies.

 

5. No siempre encontramos libros que han sido enterrados a causa del miedo. Muy recientemente se ha inaugurado en Japón una biblioteca diseñada para que sus usuarios experimenten la original sensación de leer bajo la hierba. Sus más de 3.000 libros se disponen en pasillos ocultos bajo el suelo de una granja en Kurkku Fields. La luz natural se abre camino y penetra en la cueva para generar un espacio cálido que contrasta con su disposición subterránea. El aroma a vegetación fresca inunda las estancias y permite a los visitantes sentir que, al igual que los libros, ellos forman parte de la naturaleza.

 

6. Y no podemos cerrar esta lista sin mencionar la que sin duda es la biblioteca subterránea más grande del mundo. Una biblioteca que se mueve bajo las grandes urbes y que transporta a diario a las personas, pero también a los libros que las acompañan. En el metro hoy los libros conviven con la tecnología, pero se lee de una forma distinta: algunos curiosean los libros de otros viajeros, leen furtivamente con ellos o se preguntan qué leen con tanto interés. A veces, de tan inmersos que están en ellos, los lectores se olvidan de su parada. El metro es también una Casa de Vida.


Fotografías de: Kurkku Fields, BBC News, Aural Stein, Rodrigo Fierro.


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