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  • Foto del escritorIñaki M. Sasi

Los libros que nunca serán leídos


Preparar una mudanza siempre te hace recordar. La semana pasada pasaron por mis manos un par de centenares de libros que poblaban las estanterías de mi casa. Algunos de ellos me trasladaron a momentos del pasado, estaban anclados a un momento y a un lugar de mi vida. Muchos otros, en cambio, no me dijeron nada, eran simples desconocidos para mí. No recordaba haberlos leído. Entonces, ¿qué hacían allí? ¿Y para qué iba a llevarlos conmigo?


Varias personas con las que hablé después me confesaron que no habían leído ni siquiera la mitad de los libros que guardan en sus casas y que no recordaban bien el origen de los mismos. En casi todas las casas hay libros, pero según el Informe de Hábitos de Lectura y Compra de Libros (FGEE, 2022), un 35% de la población no lee nunca. Es curioso ver cómo acumulamos libros que quizá nunca leeremos. Los libros ocupan espacio y pesan; serían candidatos ideales a terminar en el contenedor de papel igual que otros materiales que ya no nos sirven o no vamos a utilizar. Pero no, siguen ahí, en las estanterías de nuestras casas.


La explicación a estos comportamientos es que nuestros libros, se lean o no, se convierten en objetos especiales y como tales se prestan a ser coleccionados, ya sea de un modo consciente o inconsciente. Muchas personas se encuentran bien entre libros, les producen confort, aunque no los usen. En Japón tienen una palabra para eso: Tsundoku, una especie de bibliomanía, más arraigada de lo que parece y que consiste en amontonar libros que no se van a leer. Muchas personas admiten que la simple contemplación de los libros que acumulan les anima a adquirir más.


Pero muchos libros, miles, millones de libros, no tendrán siquiera el privilegio de llegar a ser objetos especiales porque jamás llegarán a nuestras manos. Se quedarán en cementerios de libros de ocasión o serán convertidos en tetra-briks. Algunos serán rescatados, pero muy pocos serán leídos. ¿Quién no ha comprado alguna vez un libro en una feria de ocasión para terminar en una estantería sin que sus páginas se hayan llegado a abrir?


Hace 2000 años sólo el 1% de la humanidad sabía leer. La industria editorial no existía. Sin embargo, los libros que se producían tenían más seguridad de ser leídos a pesar de no estar presentes en la mayoría de las viviendas. Se fabricaban para ser leídos. Hoy la superproducción editorial ha hecho crecer desproporcionadamente el número de libros que no se leen y jamás serán leídos. Se fabrican para ser vendidos y sus probabilidades de sobrevivir en una librería a la espera de que alguien los compre son cada vez más pequeñas.

Quizá deberíamos dar una oportunidad a todos esos libros que ya viven con nosotros y que nunca hemos leído. Es posible que a través de su lectura se cruce en nuestra vida algo nuevo, inesperado. Yo he decidido llevármelos a mi nueva casa. Están al alcance de la mano y están esperando. Hoy puede ser el día adecuado para empezar.



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